Molesto por los trastornos que le ocasionaba su pluma fuente cuando esta se le atascaba en medio de un reportaje, el húngaro naturalizado argentino Ladislao Biro y su hermano Georg, quien era químico, lograron una tinta que era muy útil para la escritura a mano, pero que tenía el inconveniente de que no podía utilizarse con la pluma pues se trababa al escribir. Pero Ladislao ideó cómo resolver este último inconveniente observando a unos niños mientras jugaban en la calle con bolitas que al atravesar un charco salían trazando una línea de agua en el piso seco: se dio cuenta de que en vez de utilizar una pluma metálica en la punta, debía utilizar una bolita. La dificultad de trasladar ese mecanismo a un instrumento de escritura residía en la imposibilidad de desarrollar esferas de un tamaño suficientemente pequeño.
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